miércoles, 11 de febrero de 2015

El aprendizaje emocional llega a las aulas vascas para quedarse        el diario.es

El instituto Zaraobe de Amurrio aplica herramientas para reforzar la inteligencia emocional de los 90 estudiantes participantes en el innovador proyecto. 
Cada vez son más los centros escolares interesados en integrar en sus aulas este entrenamiento para formar a personas no solo educadas sino preparadas para convivir.
Esta metodología suele llevar aparejada una mejora de los resultados académicos.

Suena el timbre en el Instituto Zaraobe de Amurrio. Los alumnos de los módulos de Formación Profesional ocupan diligentes sus pupitres. Entra el tutor en clase y cuando todo parece estar listo para comenzar la jornada educativa, inician su rutina matinal con lo que ellos llaman la sintonía. Suena una música suave que envuelve el aula durante unos minutos, los suficientes para preparar a los chavales para el aprendizaje posterior. Ese momento previo a cada hora de clase les ayuda a liberar su mente, a descargar esa mochila cargada de problemas que arrastran desde casa, desde el patio...y asentarse emocionalmente. La sintonía es para el cerebro de esos estudiantes lo que el calentamiento para los músculos del deportista. Una vez pasada esa transición, se muestran más receptivos y no les costará tanto digerir la lección. 
Como esa herramienta, manejan otras tantas profesores y alumnos del centro educativo alavés. Forma parte del innovador proyecto de aprendizaje emocional y social que desarrollan desde hace dos años. El término  Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Se trata de no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. La formación en el centro de Amurrio se ha aplicado de forma transversal a lo largo del curso, en todas las disciplinas de los módulos de Formación Profesional y se ha completado con sesiones de yoga y risoterapia.
Aún no se atreven a hablar de resultados pero sí de percepciones y ninguna es negativa. Los chavales han cambiado y se nota en los resultados académicos de algunos y sobre todo, en su comportamiento y en las relaciones con el profesorado y sus compañeros. "El primer año que nos iniciamos en esto nos limitamos a desarrollar dinámicas de grupo pero este curso escolar ya hemos implementado de modo transversal esta metodología. Lo que ocurre es que es un ensayo, no podemos hablar de resultados. Sería precipitarnos pero la sensación que percibimos es buena. Hay alumnos que lo han acogido muy bien y otros se muestran menos predispuestos, pero como en cierta parte del profesorado. A los que aún no están del todo convencidos de los beneficios de este aprendizaje, no les obligamos a participar pero sí les pedidos que no estorben", explica el director del centro, Iñaki Rodrigo. 

"Éste es el camino, es la forma correcta de enseñar"

Lo que sí tienen claro el grueso del equipo educativo es que éste es el camino. "Ya no hay marcha atrás. no podemos abandonar esta forma de trabajar porque sabemos que es la correcta. Hemos cambiado nuestra forma de relacionarnos con los estudiantes. Hay mayor cohesión y ahora se habla muchos con los chavales y ellos también abordan cuestiones con nosotros antes impensables", detalla Rodrigo. Las competencias trasversales implementadas se denominan autoestima, comunicación, grupo, relaciones humanas y respeto entre iguales. "Les ayuda a descubrir como se encuentran en cada momento y como su estado puede influir en la relación con los demás".
Como el centro Zaraobe de Amurrio  hay muchos otros en Euskadi  y en el reto de España que coquetean con esta forma de aprendizaje e intentan integrarlo en las aulas. Los niños aprenden gran variedad de habilidades para poder  gestionar y canalizar de un forma útil sus emociones y resolver los conflictos de manera creativa y sin agresividad. Los alumnos desarrollan destrezas de liderazgo y capacidades emocionales y sociales que utilizarán durante el resto de sus vidas, en su hogar, en la escuela, en el trabajo o en la calle. Se trata de formar personas no sólo educadas sino preparadas para convivir.